viernes, 29 de octubre de 2010

"La violencia es la principal amenaza contra niños y jóvenes"


"Los maltratadores y adolescentes con conductas antisociales eran niños abusados"

En las páginas de la prensa nacional cada vez se ha hecho más frecuente la muerte de menores, en especial de adolescentes que caen abatidos en enfrentamientos entre bandas. Pero, esos registros que, como explica el director de Cecodap, Fernando Pereira, no son públicos, son apenas "la punta del iceberg" de lo que ha venido constituyéndose en lo que él llama "la naturalización de la violencia contra los niños".

Ese proceso de hostilidad va desde la descalificación y el insulto, pasando por el abuso escolar hasta la muerte y la violencia delictiva en la que los menores, muchas veces, son autores y víctimas.

-¿Cuál es la incidencia de la violencia en niños y adolescentes en Venezuela?

-Uno de los grandes problemas es que no hay un sistema organizado de información sobre los casos de violencia infantil. Lo que vemos es sobre la base de lo que públicamente se conoce, y ellos es una muestra de la realidad. Hay una naturalización de la violencia: se entiende que maltratar o pegarle a un niño es educación y no un ataque, muchas veces esos tratos degradantes ocurren desde que son bebés. Esos niños crecen en ambientes donde se hace normal la violencia física, psicológica, son víctimas del personal docente y de salud, incluso pueden ser abusados sexualmente. El acoso escolar en centros públicos y privados se asumen como juegos de niños. Como sociedad el reto más importante es entender que toda forma de violencia afecta, y toda se debería atender.

-¿Las políticas actuales favorecen la lucha contra la violencia infantil y juvenil?

-Hay avances normativos de reconocimientos de los derechos humanos de los niños: Hace 20 años la gente discutía si los muchachos eran gente o no. Hay niños y adolescentes que se han venido sensibilizando en este tema, pero no es suficiente. Entre el reconocimiento legal y la garantía de vivir en un entorno que los proteja de la violencia, hay un gran trecho. Ponemos la atención a los casos más graves y, sin embargo, hay cantidad de niños y niñas martirizados en los lugares que deberían ser los más seguros para ellos, como el hogar o la escuela. El diseño efectivo de políticas va más allá de crear una ley, una norma o una institución; debe haber programas y entidades a donde recurrir, y no que sea peor denunciar, porque la impunidad hace que muchos piensen que el niño puede quedar expuesto. Incluso hay escuelas privadas en que no se denuncia lo que ocurre porque: "cada quien hace con sus muchachos lo que le parece".

-¿Esto lleva a una sociedad violenta?

-Desde hace mucho venimos insistiendo en que si en los años en que se forma la personalidad, lo que se recibe es agresión, insulto y humillación, el niño crece con rabia contenida y deseos de venganza. La historia que vemos de los maltratadores, acosadores, abusadores sexuales y adolescentes con conductas antisociales, es que eran niños abusados, con historias de maltrato que le devuelven a su entorno y a la sociedad lo que recibieron. La filosofía de "quien te quiere te pega" lleva a resolver las diferencias a través de la agresión.

-¿Dónde padecen los niños mayor hostilidad?

-Cada vez está más presente en todos los espacios donde ellos se mueven. La desatención también es una forma de violencia. Pero los centros educativos se han convertido en un fenómeno nuevo, allí los problemas se resuelven violentamente porque no tienen respuestas efectivas para canalizar pacíficamente sus diferencias. Además, las tecnologías la nueva cultura de información de Internet: ver videos de peleas, el "cyberacoso" es un fenómeno nuevo, y para los padres y adultos es difícil de delimitar este nuevo mundo. A esto se suma la situación en la calle: presencia de microtraficantes en espacios comunes a los jóvenes: canchas, plazas. El acceso a las armas, y la amenaza que significa ser una víctima, se ha ido convirtiendo en una excusa de los jóvenes para armarse.

-¿Esto está asociado a la figura de la escuela como sustitución de los padres?

-El padre es un gran ausente en nuestra realidad, sobre todo en estratos bajos, los jóvenes buscan en profesores llenar ese espacio, que lo puede suplir pero nunca sustituir, otros van con en el líder de la banda que le ofrece estructura, protección y sentido de pertenencia.

-¿Cómo se evita el crecimiento de esa violencia?

-No se trata de medidas de un solo tipo, sino un plan macro que se vaya midiendo y que detecte nuevas formas de violencia que surjan, un acuerdo nacional, al margen de la política. Tenemos la Ley Resorte para el control de programas, pero hay proceso de deterioro de la programación televisiva: no hay establecimiento de valores.

Falta algo tan sencillo como servicios forenses para niños y jóvenes, con personal especializado. En el área de la salud hay chamos que llegan con signos de violencia y cambian el diagnóstico para evitar problemas, eso pasa porque no hay protocolos que garanticen la seguridad de esos profesionales. Se necesitan campañas públicas para establecer límites a la violencia dentro de la familia.

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