martes, 26 de octubre de 2010
“ No Disparen,soy Niehaus ”
“No Disparen,soy Niehaus”. El titular del tabloide era el mejor del día. Casi estallaba en la cara del lector, como una detonación directa a los ojos. Orlando había sentido esa sensación cuando llegó al kiosco de la esquina. Maquinalmente, como todos los días, miró la parrilla de los diarios nacionales compitiendo por la mejor primera página.
Ese día no había exclusiva, pues todos encabezaban con la aparición del industrial norteamericano secuestrado. Le daba mala espina que encontraran vivo al gringo, muchos creían que estaba muerto.
Mejor hubiera sido así, pues ahora este “hallazgo” de la PTJ podría traer de nuevo dimes y diretes y acusaciones públicas. Si los medios se metían en Honduras podría haber “victimas” indeseables.
“Leo”, como también lo nombraban en su época de estudiante universitario, comenzó a revisar mentalmente lo dicho por los periódicos tres años atrás. “Niehaus era un hombre de la CIA.
Había llegado a Venezuela al mismo tiempo que el embajador Slaudeman y ambos habían estado en Chile cuando tumbaron a Allende.
Si bien se decía que el nuevo representante gringo era el operativo en cuanto a dar órdenes y montar operaciones, al parecer Niehaus era el financista, el hombre que entregaba los dólares.
Fue cuando se organizó el Grupo de Comandos Revolucionarios, con “Carlitos” a la cabeza.
Necesitaban un golpe sonoro para revivir al movimiento revolucionario, y el objetivo estaba ahí, a la mano.
Por eso secuestraron a Niehaus, quien públicamente aparecía como presidente de la Owen Illinois.
Fue un boom y los venezolanos supieron entonces que la cosa seguía, que la izquierda revolucionaria auténtica estaba viva.
No como los revisionistas del PCV, o los seudo-revolucionarios del MEP, machacados por la rueda del sistema”.
-Yo creo -filosofaba para sí mismo- que el problema surgió cuando el GCR se dio cuenta que Niehaus era un pez muy grande, como para manejarlo solo.
Hombres y bastante dinero son necesarios para mantener un secuestrado vivo y en movimiento constante.
No éramos suficientes ni había dinero.
Acudimos a “Bandera”, pero no funcionó, más luego entró en el asunto la Liga Socialista que tenía dos caras: la legal con Jorge Rodríguez y David Nieves, y la clandestina con los de la OR.
De todas formas fue necesario pedir adelantos, pero la DIM no se caía a cuentos.
Así cayó un estudiante de la técnica que hacía de correo, y él fue quien delató a los de la Liga.
Capturaron a David Nieves y a Jorge Rodríguez.
También agarraron a Salom Meza, luego de allanarle la inmunidad. Jorge no soportó los golpes y murió en los calabozos de la Disip.
En la memoria del ahora fotógrafo de la cadena, afloró el recuerdo del entierro: “Jorge Rodríguez era un verdadero líder revolucionario y como tal murió.
Aguantando los batazos que le fracturaron todas las costillas.
Yo era pichón de fotógrafo, freelance, decía uno como para simular la pelazón. Y con mi cámara soviética, comprada a un camarada, cubrí el cortejo fúnebre. Nada de carrozas, ni carros alquilados.
No señor. Todos a pie, con centenares caminando por la avenida principal del Cementerio, y justo ahí, en el cruce con la Nueva Granada, hubo unos tiros.
Todos corrimos y el muerto quedó en el suelo. Lo recogimos y enterramos cantando La Internacional. ¡Qué emoción!”.
-De todas formas- recordaba Leo– Niehaus no apareció. Vinieron las elecciones y David fue candidato por la Liga Socialista.
Salió diputado con el uno por ciento, el cociente de las minorías.
Disfrutaba de inmunidad por eso se sususpendía el juicio.
Lo malo de la aparición del gringo, es que si jurungan mucho el caso, si el Niehaus se pone a hablar, puede que salgan a relucir algunas cosas, como los 20 millones que se pagaron en el exterior.
Nadie sabe lo que puede pasar. Claro, como es un tipo de la CIA a lo mejor lo mandan para Ohio, sin decir nada. A ellos tampoco les conviene que se alborote la cosa.
El secuestroEl 27 de febrero de 1976 siete hombres armados con ametralladoras irrumpieron violentamente en la quinta “Betchirro”, ubicada sobre la calle Isla larga de la urbanización Prados del Este.
De inmediato sometieron a todos los presentes, entre ellos Donna Niehaus, sus hijos y la empleada para el servicio doméstico. Sin contemplaciones se llevaron a William Frank Niehaus, ciudadano norteamericano, presidente de la Owen Illinios de Venezuela.
La sorpresa fue general, el país quedó impactado pues hacía mucho tiempo que no sucedía un secuestro de un personaje de tal nivel.
Corría el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, el cual resultó afectado políticamente, pues suponían que los grupos revolucionarios que pudieran existir para ese año ya no estaban en una de guerrilla urbana.
En verdad, visto en el tiempo y desde afuera, sin dejarse involucrar por el apasionamiento político, los años 70 eran los del repliegue y abandono total de la lucha armada.
Rafael Caldera con su política de pacificación en su gobierno iniciado en 1969, había mitigado el fervor revolucionario.
El Partido Comunista de Venezuela, PCV, había sufrido su más grande división de la época moderna, cuando Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez abandonaron la idea de llegar al poder por las armas y, dando un paso al costado, habían fundado el Movimiento al Socialismo.
En 1973 el candidato presidencial de la izquierda fue José Vicente Rangel, quien perdió lejos ante el abanderado de AD. El de CAP fue el gobierno de la Gran Venezuela, con la nacionalización del hierro y del petróleo. Apenas quedaba un puñado de radicales de izquierda, manteniendo viva la llama del foquismo, aquella teoría según la cual, un pequeño grupo de insurgentes puede encender la mecha revolucionaria.
Los movimientos clasificados como ultras eran pocos, entre ellos “Bandera Roja” de los hermanos Puerta o la “Liga Socialista”. Pero he aquí, que el secuestro del industrial Niehaus había sido ejecutado por uno nuevo llamado Grupo de Comandos Revolucionarios, CGR.
La verdad era que el año anterior la izquierda radical había tenido un pequeño triunfo, cuando lograron liberar a 23 de sus militantes presos en el Cuartel San Carlos.
Hubo planteamientos entre los más recalcitrantes foquistas acerca de que esa fuga era una señal para revivir la esperanza de una revolución en el país.
Fue cuando organizaron los GRC, y se produjo el secuestro del industrial norteamericano.
¿Por qué Bill Niehaus?
Esa interrogante fue respondida mucho tiempo después.
Según la información que manejaba la izquierda, el norteamericano estaba involucrado con la Central de Inteligencia Americana, la famosa agencia conocida por sus siglas CIA.
La conexión sería con el nuevo embajador de los Estados Unidos en Venezuela, Harry Slaudeman. Ambos, el diplomático y el alto ejecutivo, venían de una estadía en Chile, justo desde los tiempos en que fuera derrocado el presidente Salvador Allende, en septiembre de 1973. La deducción era lógica para cualquier mente revolucionaria latinoamericana: ellos estuvieron involucrados en el golpe encabezado por Pinochet. Instalados en Caracas se decía que quien transmitía líneas políticas y órdenes provenientes del norte, directo desde Langley, Virginia, era el embajador.
Al mismo tiempo Niehaus manejaba el dinero, era el hombre de los dólares para financiar las operaciones encubiertas. Lo único inexplicable era que siendo el presidente de la Owen un hombre dedicado a esas incursiones, no tuviera una protección acorde con tales actividades.
Directo al congresoEl secuestro de Williams Niehaus trajo como efecto inmediato una ola de persecución, represión y apresamientos por parte del gobierno de Carlos Andrés Pérez.
Era lógico, pues el Ejecutivo había sido golpeado políticamente por un pequeño grupo de “desadaptados”, como los calificaban en esos días.
En Acción Democrática los más duros exigían presos, acción y recuperación del secuestrado. El CRG y la operación “Argimiro Gabaldón” habrían estado al mando de Carlos Lanz, un ex miembro de las Unidades Tácticas de Combate de los años 60. Pronto captaron que no podrían soportar el acoso de los cuerpos de seguridad como la PTJ, Disip y DIM.
La búsqueda del secuestrado era intensa, y para mantenerlo en movimiento necesitaban hombres y, sobre todo, dinero.
Fue cuando aceptaron la única salida posible. Debían recurrir a otros grupos, lo cual significaba también repartir los beneficios, políticos o económicos, que obtuvieran por el secuestro.
Algunos comentaristas de la época han señalado que recurrieron en primer término al grupo “Bandera Roja”, liderado por Gabriel Puerta Aponte, pero por alguna razón, la propuesta no tuvo efecto. Entonces hablaron con la Liga Socialista, un movimiento revolucionario que tenía cierta fuerza en la UCV y en algunas regiones del país, como Carabobo, más específicamente en Valencia. La Liga era liderada por un caroreño de 34 años llamado Jorge Rodríguez, y quien se hacía acompañar de David Nieves.
La ventaja para los secuestradores era que la Liga tenía un grupo clandestino, un brazo armado, llamado “Organización de Revolucionarios”, ideal para efectos de movilizar constantemente al secuestrado Niehaus.
El otro problema, el del dinero, trataron de resolverlo pidiendo “adelantos” sobre el total de la suma millonaria exigida. Fue precisamente en uno de estos cobros, el 22 de julio de 1976, cuando cayeron presos David Nieves e Iván Padilla Bravo.
Luego fue detenido el máximo líder de la Liga, Jorge Rodríguez, quien a los tres días “apareció” muerto en un calabozo de la Disip.
El gobierno adujo un paro cardíaco, pero José Vicente Rangel, en ese tiempo defensor a ultranza de los derechos humanos, comenzó una campaña que terminó por probar que Rodríguez presentaba por lo menos siete costillas fracturadas y desprendimiento del hígado. Había sido asesinado a batazos.
Con el escándalo de esta muerte la detención de Nieves se hizo del conocimiento público, y también se produjo el allanamiento de la inmunidad parlamentaria al diputado Salom Meza, acusado de estar incurso en el secuestro.
Radio Caracas Televisión fue cerrada por tres días, por pasar información sobre el caso Niehaus, el asesinato de Rodríguez, y la captura de Nieves y Padilla (años después éste último sería señalado por el propio Nieves, como quien había confesado).
Lo cierto es que el secuestro del norteamericano dejó de ser noticia, y apenas un viaje a Estados Unidos de la señora Donna Niehaus tuvo algún titular. Llegaron las elecciones de 1979, todos se enfrascaron en la contienda para la presidencia y las curules en el Congreso Nacional.
De Niehaus no se decía nada, al punto que muchos creían que estaba muerto. Pero la Liga Socialista seguía viva, en acción, con absoluta legalidad, por lo cual sus dirigentes decidieron que debían participar en los comicios.
En esas condiciones decidieron lanzar como candidato a la Cámara de Diputados a su líder preso, David Nieves, mientras que Salom Meza Espinoza también iba en las mismas condiciones, pero por el Movimiento Electoral del Pueblo.
La Liga hizo campaña abiertamente, explicando en entrevistas por televisión, radio y por los diarios nacionales, que la idea era liberar al dirigente.
El sistema electoral de la democracia representativa permitía que las minorías estuvieran representadas en el Congreso, los de la Liga calculaban que tendrían los votos suficientes para que Nieves saliera electo.
La Constitución establecía que en esos casos, al salir diputado, cualquier detenido o enjuiciado quedaba revestido de inmunidad parlamentaria, y su causa quedaba suspendida hasta que perdiera ese privilegio.
Así sucedió, y el día de la instalación fue todo un espectáculo ver al Presidente saludando a los diputados que hacían presencia para asumir sus investiduras.
Por supuesto que no hubo apretones de manos ni nada por el estilo para Nieves y Mesa Espinoza, pero estaban ahí, como parlamentarios, quienes ejercerían hasta el final de su mandato.
Comenzando el gobierno de Luis Herrera, justo a los 3 años y 4 meses de su secuestro, apareció Bill Niehaus. Según las versiones de prensa de esos días, un ganadero de Bolívar había denunciado un robo de reses, y por casualidad un comando de la PTJ que acudió a ver el asunto, consiguió al norteamericano. Flaco y con el pelo largo, al ver a los funcionarios gritó: “No disparen, soy Niehaus”.
En este encuentro fortuito cayeron abatidos José Aquino Carpio y Wilfredo Silva, militantes de la Liga Socialista.
El liberado fue llevado a Caracas, y sin declarar nada salió directo a los Estados Unidos.
El juicio contra Nieves jamás se llevó a cabo, y hoy día el ex dirigente de la Liga es cónsul de Venezuela en las Islas Canarias.
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