domingo, 21 de noviembre de 2010

“SI, HIJO MIO: SOY POLICÍA.”


Soy policía, mi trabajo es muy modesto –tú lo sabes- pero dentro de su modestia tiene muchas satisfacciones, somos “los malos” de la sociedad que tanto nos sentimos importantes cuando salvamos una vida, protegemos a un inocente o detenemos a un criminal, estas son satisfacciones que en otro trabajo no se tienen, nuestra profesión es ingrata, todos nos arrojan piedras y nos dicen insultos cuando cumplimos con nuestro deber, por que todos quieren que la ley se cumpla, sólo para los demás, no para ellos.

La gente nos humilla cuando nos ofrece dádiva para que no cumplamos con nuestro deber y si la aceptamos nos dicen “corruptos”, tu sabes hijo, que cuando salgo de la casa no sé si volveré a verte por que nuestro trabajo es de riesgo constante en el que va de por medio la vida misma: Así es, a veces tenemos que morir defendiendo la vida y propiedad ajena de alguien a quien no conocemos, mientras tú me esperas inútilmente para darme ese beso que a diario me das de bienvenida y entonces, hijo, me duele decírtelo: ya no volverás a verme por que habré entregado mi vida por esta ingrata sociedad que tanto nos exige y nada nos da.

Si a veces no te veo, es por que en este trabajo no tenemos horario; si, es cierto, trabajamos 12 horas, pero es sólo cuando se puede, pues a veces por necesidad debemos quedarnos más tiempo del horario. 


Lo siento hijo, nosotros no sabemos decir NO cuando alguien nos necesita para su seguridad, por que es cierto que cuando los demás descansan, nosotros estamos de pie vigilando.

Cuánto quisiera poder estar a tu lado vigilando tu sueño, viéndote crecer, sonriendo contigo, pero confórmate (por que no hay otro remedio) con vernos de vez en cuando; de todas maneras yo siempre estoy contigo pensando en ti, porque nunca te olvido. 


Ahora también yo estudio para ser mejor policía; y lucho como mis compañeros por que tú y otros niños, jóvenes y adultos puedan caminar por las calles con tranquilidad, llegar a la escuela o trabajo libres de sobresaltos y de miedo, por que para eso estoy aquí y por eso “SOY POLICÍA”, no importa que todos nos ataquen y que la gente nos acuse por no dejarnos golpear o matar.

Si tú supieras, hijo, con qué clase de gente nos enfrentamos diariamente. Drogadictos, ebrios, influyentes, asesinos, todos ellos irrespetuosos y agresivos y nosotros tenemos que tratarlos como si fueran gente decente; de veras, ésto es lo que más nos lastima, que no entiendan que nosotros también somos seres humanos y que nos duelen los insultos y las agresiones. 


Y además, que crean que estamos obligados a aguantar todo por que somos policías.

Hijo, quiero que comprendas que por que soy policía, no puedo atenderte como mereces, pero ten por seguro que sabré dejarte como herencia:

“MI HONOR, MI ORGULLO Y MI DIGNIDAD” 

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